La mesa redonda de Gloria

Mi mami partió a la presencia del Señor hace dos semanas. Ha sido interesante notar que al darnos condolencias con frecuencia se menciona la mesa redonda. Alguien dijo: “¡Ah! ¡Si esa mesa pudiera hablar las historias que podría contar!” Y es cierto.

Esa mesa ha sido parte de nuestra familia por lo menos unos 40 años, y a su alrededor ha habido todo tipo de pláticas…pero en realidad más que pláticas ha habido vida. Es más, en cierto sentido mucha de la vida de mi mami giró alrededor de esa mesa.

No me malinterprete, no quiere decir que lo único que hizo fue cocinar. Como madre, misionera, maestra, alumna y viajera, no vivió confinada a la cocina; sin embargo, definitivamente invirtió mucho de su tiempo, dinero, y esfuerzo en torno a esa mesa. No podía resistir la tentación de comprar un salero bonito o un juego de vasos a buen precio: “Se van a ver muy bien con los platos de colores.” Era muy cuidadosa con sus cosas de manera que para cuando cumplió 80 años ya tenía una serie de manteles y vajillas que nos permiten “jugar a la casita.”

La comida que se ha servido en esa mesa ha sido tan diversa como las personas que se han sentado a degustarla. Han llegado personas de muchas razas y de todo estrato social, cada una de ellas ha sido tratada con cordialidad y gentileza. Uno de los objetivos de la mesa “bien puesta”, era cubrir a las personas con dignidad. Era la forma en que mi mami te decía: “Tú eres importante.” Y lo lograba.

Más de una vez he escuchado: “Hay un remanso de paz en tu casa.” Mucho lo lograba la mesa…mejor dicho todo lo que hacía mi mami en torno a la mesa: mesa bonita, comida deliciosa y buena conversación. Siempre todo impecable, pero si había un cumpleaños o algo especial que celebrar había detalles extras para subrayar dicho acontecimiento.

No importaba lo que los visitantes quisieran compartir, siempre tenían la certeza de que mi mami les estaba escuchando, prestaba atención y luego daba una respuesta. Quizá no siempre la respuesta que uno quisiera escuchar, pero definitivamente de alguien que estaba escuchando.

Mami platicaba con la misma facilidad de futbol y mariposas que de política o economía. Sabía de lingüística y antropología; pero también disfrutaba platicar de lo cotidiano y simple de la vida: el hijo que se casa, como cuidar de alguna planta o de una buena receta. Este atributo le permitía llevar al visitante, aun a los que llegaban por primera vez, a sentirse en casa casi de inmediato.

Debates, nunca pleitos. Los pleitos en la mesa estuvieron siempre prohibidos. Aunque no estuviéramos en una verdadera paz, mi mami se oponía a que se discutiera a la hora de compartir alimentos. Peleábamos, pero nunca a la mesa. Sin embargo, los debates no sólo fueron bienvenidos sino alentados. Mis padres disfrutaban que la gente piense, aun si eso implicaba cuestionarles a ellos. Lo único que interrumpía un buen debate era la pregunta “¿Gustas más café?” Siempre hubo buen café y más adelante buen té.

Sueños y/o anhelos, todo tipo, de todo sabor y color. Nos ha gustado soñar y soñar en grande. Recuerdo haber pasado horas con mis hermanos soñando en un viaje de Alaska a la Patagonia, no lo hicimos pero fueron lindas horas. También viene a mi memoria los tiempos en que mis padres hablaban con profundo anhelo el ver a la iglesia entender el concepto de misiones y participar de una manera activa capacitando y enviando misioneros…cada vez que escuchó de algún mexicano siendo misionero sonrío.

¡Ah! Porque han ustedes de saber que la cantidad de horas de trabajo que se llevaron acabo sobre esa mesa han sido incontables. Desde revisar las ponencias que darían mis padres en algún retiro, campamento o congreso, hasta ordenar las fotocopias que se entregarían. Aparte de las tareas que se contestaron, exámenes que se revisaron, recopilación de información de investigaciones que se analizó…esa mesa con frecuencia estuvo cubierta de papeles, clips, engrapadoras y marca textos. En años más recientes diferentes laptops han estado sobre ella… a veces estuvo la abuela, la hija y algún nieto.

Mami con frecuencia se sentaba allí mientras hablaba por teléfono. Mucho de su tiempo lo empleaba en llamar para preguntar como estaba alguien, a sus hermanos, hijos y amistades cercanas les llamaba con mayor regularidad, pero no se limitaba a ese grupo. Otras llamadas eran para investigar sobre algún curso, tarifa de avión, costo de un boleto de teatro etc. Y las llamadas rutinarias para hacer un reclamo a Telmex… ja ja ja ¡Siempre se sorpredía de que llegará tan alta la cuenta!

Esa mesa también fue testigo de muchas lágrimas, cientos de consejos y miles de suspiros. Los estudios bíblicos que se sostuvieron fueron de verdadero alimento espiritual, nada de papilla. Leíamos una porción y luego nos llovían las preguntas: “¿Qué entendiste? ¿Qué te dice Dios? ¿Cómo lo puedes aplicar?” Y nos alentaban a preguntar, y no siempre había las respuestas…en especial cuando preguntaba mi hermana menor, sus preguntas con frecuencia estaban empapadas de una profundidad teológica impresionante; aunque dichas con sencillez e ingenuidad. Por años mami tuvo un estudio bíblico con un grupo de mujeres alrededor de esa mesa, ella fue una gran maestra.

Oraciones, infinidad de oraciones se han elevado alrededor de la mesa de Gloria. No sólo agradeciendo los alimentos o bendiciendo al cumpleañero, peticiones para suplir necesidades económicas, gratitud porque estábamos juntos y mucha intercesión por otros. Con frecuencia escuchamos la introducción: “Debemos orar por…” seguida del nombre y la situación que atravesaba la persona.

Y así vivió Gloria, muy agradecida por una mesa redonda que permitía que todos los presentes puedan verse a los ojos al conversar, que no tenía cabecera para eliminar jerarquías erróneas y dejar muy en claro que todos los presentes eran importantes de igual manera… compartiendo sobre ella mucho más que un delicioso banquete…se compartió ella misma.

Su fe en Cristo le permitió hacerlo. Dios nos conceda la misma gracia.

Gloria Yáñez de Gasca partió a la presencia del Señor el 30 de Mayo del 2014.

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